El maltrato y la disciplina positiva. Eduquémonos para educar.
El maltrato infantil es un fenómeno y una grave problemática social que tiene una fuerte presencia en las sociedades a nivel mundial. Este conflicto no se presenta de forma aislada o en poblaciones específicas e involucra múltiples problemas psicosociales y físicos (Rebollo, 2004). A lo largo de los años esta conducta coercitiva se ha justificado con motivos religiosos, disciplinarios e incluso como un mecanismo para mejorar la especie. Es a finales del siglo XIX que se empieza a hablar sobre la seguridad de los niños cuando en Nueva York se conforma la primera Sociedad para la Prevención de la Crueldad en los Niños, mientras que en 1962 Kempe y Silverman describen por primera vez el síndrome del niño golpeado (1962, Rebollo, 2004).
Por otro lado, Ecuador es miembro de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niños solamente desde marzo de 1990, dónde el país se compromete a realizar políticas públicas en beneficio de los niños; y no es hasta el año 2003 que se realiza el Código de la Niñez y la Adolescencia en el país. Esta ley ampara cualquier forma de maltrato y ratifica los derechos de niñas y niños (Hidalgo, 2009).
Se sabe que el maltrato durante la infancia tiene serias y negativas consecuencias en términos del desarrollo físico, intelectual y emocional de un niño, estas repercusiones se extienden, además, a su familia y a la sociedad en la que vive (Fuster, García & Musitu, 1988). Es evidente que el problema de maltrato infantil es un tipo de violencia que se acarrea en el comportamiento social desde la más remota antigüedad, por lo que es una conducta que se encuentra fuertemente arraigada en la educación de las personas. El Ecuador no reconoce hace mucho tiempo las leyes en favor a los niños y niñas, por lo que se trata de una problemática latente y muy recurrente.
Es un tema que debe ser tratado con seriedad y que se debe hacer conocer para que, con el tiempo y la educación, se pueda eliminar. Muchas veces los padres maltratan a sus hijos sin saber que lo están haciendo, ya que es difícil saber dónde se encuentra el límite entre maltrato y disciplina.
Es importante empezar a hablar con los niños sobre educación sexual, prevención de abuso y maltrato infantil desde una temprana edad, siempre tomando en cuenta la edad del niño y relacionando esto con la información adecuada.
Enfocarse en ambos, padres y niños ayuda a que se refuerce la prevención de maltrato y abuso infantil.
Modelos explicativos de los cinco tipos de abuso infantil.
A continuación, se realizará una descripción de algunos de los modelos explicativos más importantes de las formas principales del maltrato infantil; abuso sexual, maltrato físico, abandono físico, maltrato emocional y abandono emocional.
Modelo explicativo de abuso sexual.
En este tipo de abuso se pueden tomar dos modelos principales. En primer lugar, se habla de la perspectiva centrada en la familia. Este acercamiento teórico se basa principalmente en las relaciones incestuosas que se mantienen entre padres e hijos, como consecuencia de una dinámica familiar distorsionada. (Moreno, 2006). «En la familia, la niña remplaza a la madre como compañera sexual del padre, o viceversa» (Moreno, 2006, p. 273). Diversas investigaciones han demostrado que los perpetradores sexuales tienen a iniciar sus ataques o victimizaciones en sus años de adolescencia y cursan por una activación sexual hacia los niños antes de experimentar la paternidad (Moreno, 2006). Estas investigaciones han demostrado que la hipótesis inicial del primer modelo explicativo se niega, debido a que la causa del abuso sexual infantil no se sitúa en la dinámica familiar (Moreno, 2006).
En segundo lugar, se habla del modelo explicativo de la perspectiva centrada en el abusador. Varias investigaciones, realizadas en instituciones con perpetuadores sexuales, han ayudado a determinar que las bases del abuso sexual podrían estar vinculadas con las características psicológicas y físicas del perpetrador (Moreno, 2006). Varios autores han determinado que entre las características más comunes de los perpetradores se encuentran; una baja autoestima, inmadurez, sentimientos de inferioridad e inutilidad, la presencia de conflicto con la pareja, la falta de contacto sexual con la pareja, antecedentes de haber crecido en un entorno familiar desprotegido, antecedentes de abandono, maltrato y abuso sexual (Moreno, 2006).
Por otro lado, Finkelhor (1983) propuso un importante estudio en relación a esta temática e hizo una aproximación para determinar porque algunos individuos sienten interés sexual hacia los niños y porqué este interés lleva al abuso. De acuerdo a sus investigaciones deben existir múltiples factores de forma simultánea y sucesiva. Congruencia emocional, el hecho de que el abusador se considera niño y presenta necesidades emocionales infantiles por lo que busca relacionarse con niños. Activación sexual frente a niños, incapacidad de relaciones sexuales normales. Sentimientos de desvalorización y desinhibición comportamental, de la cual depende directamente si el abuso se da de forma esporádica o estable (Moreno, 2006).
Modelo explicativo de maltrato físico.
En primer lugar, cabe mencionar que este es el tipo de maltrato sobre el cual se han hecho más estudios. Esto se debe a que fue el primer tipo de maltrato en causar conmoción social, ya que es el más fácil de identificar debido a sus evidentes consecuencias. En este ámbito existen tres clases de modelos explicativos que se clasifican en términos descriptivos e históricos.
En primer lugar, se encuentran los modelos tradicionales, estos fueron los primeros modelos introducidos al campo de estudio del maltrato infantil y se basan en la hipótesis de que el maltrato surge como consecuencia de una psicopatología de los cuidadores (Moreno, 2006). Gran cantidad de estudios han demostrado la correlación que existente entre aflicciones psicológicas, características de personalidad y el maltrato físico infantil (Moreno, 2006). Por otro lado, Belksy (1993) introduce la consideración de dos importantes variables: «La hiperreactividad negativa y el estilo atribucional, como atribuciones internas y estables sobre la conducta negativa de los niños, y externas e inestables sobre el comportamiento positivo» (Moreno, 2006, p. 276).
En este ámbito se destacan también las investigaciones que relacionan al consumo de sustancias con el maltrato físico en general, especialmente el maltrato intrafamiliar (Moreno, 2006). Otros enfoques han señalado como factor importante a la cognición social, que se refiere a las expectativas irrealistas cuando esperan conductas maduras por parte de sus hijos, y a la deficiencia al momento de reconocer y expresar emociones, específicamente por parte de las madres (Moreno, 2006). Otras teorías se han enfocado en el factor social y han señalado como causantes a diversos aspectos como: el estrés en la familia, el aislamiento social, la aceptación de conductas violentas, la organización de la comunidad, las dificultades económicas y la aceptación del castigo físico como herramienta de disciplina (Moreno, 2006).
En segundo lugar, se introducen los modelos explicativos de segunda generación, esta teoría está centrada en la dinámica que existe entre tres variables; los padres, el niño y la situación (Moreno, 2006). Estas teorías proponen un modelo multicausal por lo que son explicaciones complejas. Los modelos de segunda generación se basan en la interacción y dinámica de las variables, por ejemplo, cuando un cuidador que no se encuentra preparado debe enfrentarse a un niño hostil y que no responde, y se encuentra bajo una situación de estrés, es muy posible predecir que este individuo recurrirá al maltrato físico infantil (Moreno, 2006).
Finalmente, aparecen los modelos de tercera generación, que se refieren a los modelos explicativos más recientes. Estos modelos pretender ir más allá del escenario descriptivo y ahondar en los procesos psicológicos que se encuentran detrás del maltrato.
Entre los primeros modelos que se destacan dentro de esta categoría, se encuentra la teoría del procesamiento de la información social introducido por Milner (1995), esta teoría habla sobre el maltrato físico como una consecuencia de errores en el procesamiento de información, específicamente aquellos que se refieren al comportamiento del niño (Moreno, 2006). En esta teoría se mencionan las distintas fases del procesamiento cognitivo y del estadio cognitivo conductual, que hablan sobre la acción misma de ejercer maltrato (Moreno, 2006). Estas fases se encuentran por encima de los esquemas cognitivos preestablecidos.
La primera fase corresponde a la percepción, inadecuada, que tienen los padres de sus hijos y de su conducta; la segunda corresponde a las interpretaciones, evaluaciones y expectativas sobre la conducta del niño; en la tercera fase tiene lugar la integración, asimismo inadecuada, de la información y selección de la respuesta y la última alude a la ejecución y el control de la respuesta (Moreno, 2006, 281).
Milner (1995), en su modelo, habla sobre una diferencia fundamental entre el procesamiento controlado y el automático. Se piensa que cuando los padres o cuidadores de un niño maltratan al mismo tiempo están usando un procesamiento automático; es por esto que existen, por ejemplo reacciones impulsivas (Moreno, 2006). Así mismo, el procesamiento automático puede pasar de la primera etapa a la cuarta sin transitar por el lapso intermedio, es en este lapso donde se piensan en las posibles consecuencias (Moreno, 2006). El estrés real y el percibido, la hiperactividad fisiológica, las alteraciones neurofisiológicas, las alternaciones emocionales, el locus de control externo, la baja autoestima, el abuso de sustancias y el bajo apoyo y contención social son considerados mediadores (Moreno, 2006).
La teoría del estrés y del afrontamiento descrita por Hillson y Kuiper (1994) fue basada, como su nombre lo indica, en el estrés que sienten las personas, esta teoría expone que las situaciones estresantes a la que están expuestos los seres humanos de forma constante, son consecuencias comportamientos, tanto de la persona como de las que le rodean y el ambiente en el que se encuentra (Moreno, 2006).
Modelos explicativos del maltrato y abandono emocional.
Entre los modelos más utilizado para explicar este tipo de maltrato y para atribuirle causas concretas están; la teoría del apego de Bowlby (1983), la teoría del aprendizaje social de Youngblade y Belsky (1990) y la hipótesis de la continuidad social de Wahler (1990) (Moreno, 2006).
De acuerdo a la teoría de apego, el niño busca y reclama a través de sus conductas una relación próxima con sus cuidadores, de esta manera se desarrolla un vínculo socio-afectivo, ciertas estructuras que determinan el desarrollo del sí mismo y el desarrollo con los demás, de esta manera en este vínculo se encuentran las expectativas que el niño puede tener de sí mismo y de los demás (Moreno, 2006). Cuando el cuidador responde de manera sensible y consistente a las necesidades del niño le ayudara a desarrollar adecuadamente su confianza y autoestima (Moreno, 2006). Sin embargo, cuando no lo hace y más bien se relaciona de forma insensible e inaccesible el niño genera un tipo de apego inseguro y de esta manera se encuentra inhabilitado para desenvolverse de forma apropiada en su ambiente (Moreno, 2006). «En el nivel cognitivo-emocional, desarrolla modelos de funcionamiento interno que afectan su percepción de los demás como inaccesibles, y de sí mismo como incapaz de lograr el contacto y la reciprocidad y no ser merecedor de atenciones» (Moreno, 2006, p. 285). Esto ocasiona que el niño en el futuro sea disfuncional al momento de establecer vínculos relacionales, lo que a su vez resulta en relaciones difíciles y conflictivas y en que el menor tenga baja autoestima y una inseguridad permanente (Moreno, 2006).
Por otro lado, la teoría del aprendizaje social habla sobre modelos de socialización inapropiados por parte de los cuidadores, quienes muestran una fuerte dificultad para manejar el conflicto en su vida, especialmente en lo relativo a la crianza de sus hijos. De igual manera, existe una falta de criterio en relación al conocimiento que se debe tener para educar de forma positiva (Moreno, 2006). Por estas razones, cuando el niño reacciona en una determinada circunstancia con una conducta negativa cuando debe obedecer, los padres ceden ante la situación (Moreno, 2006). Esto tiene grandes consecuencias, a corto plazo, causa que el niño manifieste comportamientos de oposición y agresión como una conducta funcional, debido que logra evadir la demanda de los padres y su mala conducta se refuerza, de igual manera la evasión de los padres también se vuelve funcional ya que evitan el enfrentarse con la mala conducta del niño reforzando su negligencia de igual manera (Moreno, 2006). A mediano plazo, este reforzamiento negativo aumenta las posibilidades de que se hagan presentes nuevos episodios de agresividad, los cuales muchas veces terminan en agresiones físicas o verbales (Moreno, 2006). A largo plazo, se evidencia una disfuncionalidad fuertemente marcada en el niño, quien muestra problemas de conducta y pocas habilidades sociales y emocionales (Moreno, 2006).
Estrategias de guía en la disciplina positiva.
Debido a que los infantes son exploradores activos para desarrollar su autonomía, el tipo de estrategias de guía que usan los adultos van a determinar si su desarrollo se direcciona hacia la duda y la vergüenza o hacia la autonomía (Driscoll & Nagel, 2005). Por lo que las reglas y las normas, tanto en el hogar como en la guardería deben ser simples y claras y se deben repetir y recordar de forma consistente (Driscoll & Nagel, 2005). Puesto que los infantes están aprendiendo las reglas sociales y valores mientras los adultos interactúan con ellos, el proceso de socialización que se presenta debe ser claro, consistente y guiado (Driscoll & Nagel, 2005). Por otro lado, los infantes disfrutan la repetición de actividades agradables, de esta manera se puede evitar la indisciplina al tener un cronograma establecido de actividades que el niño conoce (Driscoll & Nagel, 2005). El hecho de mantener actividades que el niño disfruta de forma consistente genera seguridad y expectativa, y se evita la ambigüedad y la incertidumbre.
Un aspecto fundamental sobre las estrategias, es que la mayoría de comportamientos indisciplinados en esta edad suceden por que el niño no tiene las habilidades lingüísticas para expresar apropiadamente sus necesidades y por su falta de habilidades sociales (Driscoll & Nagel, 2005). De esta manera, los cuidadores deben expresarse de forma clara e intentar utilizar un lenguaje que coincida con las capacidades cognitivas del niño. Igualmente, es fundamental que los cuidadores incentiven al niño a expresar lo que siente, ya sea en un momento de malestar o para describir un acontecimiento agradable (Driscoll & Nagel, 2005).
Por otro lado, los cuidadores deben intentar intervenir lo menos posible en las actividades del niño, es decir, deben observar como el infante se interrelaciona, juega, se moviliza, etc., sin embargo, solo deben intervenir cuando sea estrictamente necesario, se considera que es más apropiado modificar el entorno que el juego del (Driscoll & Nagel, 2005). Es así, como los padres benefician el desarrollo autónomo de los niños y a la vez se aseguran que no exista ningún elemento tanto en el ambiente como en ellos mismos que incentive el mal comportamiento del niño (Driscoll & Nagel, 2005).
Cuando todas las estrategias mencionadas anteriormente fallan es recomendable retirar al niños momentáneamente del escenario del comportamiento inapropiado, esto le permite al infante restablecerse, en este punto es fundamental conversar con el niño sobre lo que ha sucedido e intentar que el niño hable sobre (Driscoll & Nagel, 2005). Existe una seria de estrategias conocidas como Helpful Practices for Guiding Toddlers que permiten a los padres ayudar a los niños a ganar control sobre su comportamiento:
- Utilizar lenguaje claro cuando se explican límites y expectativas a los infantes (Driscoll & Nagel, 2005).
- Ser consistente con límites y expectativas (Driscoll & Nagel, 2005).
- Tener en cuenta que las expectativas sean apropiadas para el grupo de edad (Driscoll & Nagel, 2005). (Esperar que un grupo de infantes se sienten quietos y esperen por largos periodos de tiempo seria buscar un mal comportamiento de su parte).
- Tomar los conflictos de los niños enserio (Driscoll & Nagel, 2005).
- Describir comportamientos positivos o expectativas («nosotros caminamos en casa» en lugar de «en casa no se corre (Driscoll & Nagel, 2005).
- Dar el tiempo suficiente para que el niño pueda procesar el mensaje y usarlo para cambiar su comportamiento (Driscoll & Nagel, 2005).
- Ejemplificar el comportamiento esperado para que los niños puedan ser testigos de cuál es el comportamiento en lugar de solo escuchar como es (Driscoll & Nagel, 2005).
La percepción de los cuidadores en la formación de la identidad.
Los niños durante la infancia temprana van desarrollando su concepto de sí mismos a través de las interacciones que tienen con las personas con las que conviven día a día (FAI Save the Children Mexico, 2007). Así, el llanto, las sonrisas y la gestualidad emocional son el inicio del proceso de socialización. El núcleo familiar es el primer ambiente que determina la autoimagen de un infante (FAI Save the Children Mexico, 2007). Por lo que las percepciones y actitudes que tengan los padres van ser reflejadas por la construcción de la percepción que tenga el niño de sí mismo. El inicio de la identidad de los niños surge a través de la autoimagen de sus propios padres (FAI Save the Children Mexico, 2007).
La autoimagen cambia de manera significativa a lo largo de la vida, como se mencionó anteriormente esta es formada casi exclusivamente por la influencia de los miembros del núcleo familiar (FAI Save the Children Mexico, 2007). Una vez que el infante se incorpora a la escuela y a otros aspectos sociales y educativos comienza un proceso de transformación de la autoimagen donde la opinión de los demás se convierte en algo muy importante (FAI Save the Children Mexico, 2007). Es fundamental tomar en cuenta que las dudas de niños y niñas suelen estar vinculadas a dos aspectos, primero, a su identidad y segundo a factores fantasiosos relacionados con su edad (FAI Save the Children Mexico, 2007). Por lo que son comunes las preguntas que buscan una reafirmación de la identidad, por ejemplo, preguntan cómo son las niñas o los niños. De igual manera tienen dudas acerca de sus fantasías, por ejemplo, preguntan si los bebes pueden tener cuatro cabezas o como era ellos de pequeños. «Es común que en esta edad busquen validación de su existencia con comentarios tales como si sus papas los querían cuando nacieron, si eran felices cuando era bebes, etc.» (FAI Save the Children Mexico, 2007).
Para cuidar adecuadamente a los niños y niñas es necesario generar espacios de diálogo psicoeducativo que nos permitan reconocer las propias problemáticas y limitantes familiares. De modo que la responsabilidad de disciplinar sea familiar, pues en el proceso de disciplina los adultos también cambiamos la forma de regular emociones, de comunicar y de formar vínculos sólidos basados en la intimidad emocional. Es importante recalcar la importancia de la ludoterapia y del conocimiento sobre prevención y disciplina positiva en el aumento del conocimiento de estrategias apropiadas de crianza, por parte de los padres, y en los factores protectores que pueden prevenir que un niño se convierta en una víctima de maltrato y abuso, por parte de los niños.
REFERENCIAS
Discroll, A. & Nagel, N. (2005). Toddler Care. Allyn & Bacon (Eds.) Early Childhood Education, Birth-8: TheWorld of Childreen Family and Educators. Boston: Pearson.
FAI Save the Children Mexico. (2007). Prevención del abuso sexual de niñas y niños. Una perspectiva con enfoque en derechos. México: Pfizer. Obtenido el 1 de marzo de 2015 de http://www.iin.oea.org/IIN2011/newsletter/boletin2/publications%20pdf/abuso_sexual_kids.pdf
Fuster, G., García, F., & Musitu, G. (1988). Maltrato Infantil un Modelo de Intervención desde la Perspectiva Sistémica. Cuadernos de Consulta Psicológica. 73-82.
Hidalgo, T.M. (2009). Análisis de las formas de maltrato infantil y su influencia en el desarrollo emocional en los niños y niñas de la Escuela Fiscal Mixta Carlos Aguilar. Quito: Universidad Salesiana
Moreno, J. (2006). Revisión de los principales modelos teóricos explicativos del maltrato infantil. Enseñanza e investigación en psicología., vol. 11. Obtenido el 8 de abril de 2015 de http://psicoterapiasyconstelaciones.com/psicter/maltrato%20infantil%20explicacion.pdf
OMS. (2014). Maltrato Infantil. Obtenido el 13 de abril de 2015 de http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs150/es/.
Rebollo, K.L. (2004). Diseño de una campaña visual para difundir información acerca del maltrato infantil. Puebla: Departamento de Diseño Gráfico, Escuela de Artes y Humanidades, Universidad de las Américas.